Por Emilia Santos Frías
Transitamos el siglo XXI, y aún vemos como en la
generalidad, las universidades insisten en
mantener el papel de transmisoras o generadoras de conocimiento. Hoy no tiene la exclusividad, ni ese es su
único rol.
Si bien es cierto que están llamadas a transformar la
sociedad, mediante la educación, también, deben hacerlo, impulsando la
participación activa de toda la ciudadanía, para la solución de problemáticas
sociales. Esto debe asumirlo.
Las carencias son evidentes.
Para ser una de las instituciones sociales más antiguas, aún necesita pensar en
funciòn de grupos de interés. Debe abrir la sombrilla, hacia la preparación de
las y los estudiantes, en torno a los retos del mercado laboral. Además,
fomentar en ellas y ellos, competencias necesarias; hacer hincapié en las humanas,
para optimizar su desarrollo.
No basta con dotar a las y
los estudiantes de gran acervo enciclopédico, si desconocen las necesidades de
la sociedad en la que deben desarrollarse como profesionales. Y en otro
aspecto, al graduarse confrontan dificultad para insertarse al mercado laboral,
por la carencia de empleo.
Es necesario que las
universidades se vuelvan cercanas a la población, mediante programas de
estudios y acciones sociales, pertinentes, donde no sólo funjan como fuente de
saber. Aunque educar es su funciòn fundamental; como motor para el desarrollo
social, sino, que es necesario ir más allá.
Su misión es de servicio al
pueblo, por lo que, debe abrazar acciones que reduzcan problemáticas en todos
los ámbito. Ejemplo: medio ambiente; ecología. Realizar mayor número de
investigación, no sólo en las oficinas aclimatadas, sino, mediante la
participación activa de sus docentes, estudiantes y todos los involucrados, en
el entorno educativo. Así como, ejecutar programas en alianza con
organizaciones y otras instituciones sociales.
No basta con actividades
educativas y culturales, las asistenciales forman parte de su compromiso
social. Y aunque algunas universidades las ejecutan; estas tienden a ser
intermitentes; de corta duración. Y ese no es el norte; es necesaria la
sostenibilidad en el tiempo de proyectos y acciones que contribuyan a reducir
la desigualdad social. Nuestro país los necesita.
La realidad nos indica que las
y los estudiantes, deben ser formados para involucrarse en problemáticas
sociales y contribuir a su solución, no para ser profesionales indiferentes a situaciones.
Velar por la calidad de vida de todas y todos, es también es su funciòn.
¿Deben las universidades
dominicanas combatir la corrupción?
Hoy en pleno siglo XXI, es
necesaria la búsqueda de nuevos modelos socio económicos que faciliten la
satisfacción de las necesidades de toda la población, en igualdad de
oportunidades.
La universidad no puede
estar de espaldas a los grandes males de nuestras sociedades modernas, tales
como, el desempleo, carencias en el sector salud, educación; generadores de
pobreza.
“El rol esencial de la
universidad en los países del Tercer Mundo, siempre ha estado, y sigue estando,
fuera del interés de los que la dirigen”, afirma el doctor Hugo Salinas,
experto peruano, en el tema. Es una pena, y este aspecto debe cambiar, o
seguiremos sumergidos en pobreza.
Otro modelo a desmontar, que
nos convoca a todas y todos los involucrados, es el desarrollo individual de las y los estudiantes. Este es un siglo en
el que, asociados; agrupados, lograremos grandes avances, mediante “ el arte de
mirarnos a nosotros mismos”, como dijo Nelson Mandela.
No sólo es educar para
incrementar riquezas individuales, sino, instruir para el acceso a ella, en
igualdad de condiciones. Fortalecer las competencias,
comunicativa, humana, democrática, equitativa; motivadora. Garantista de libre
expresión del pensamiento de las y los estudiantes; las que permiten contribuir
además de la formación educativa, a la transmisión de una cultura de respeto,
orgullo por la identidad; propiciadora de entornos saludables en todos los
aspectos y por ende, a la obtención de personas felices.
Universidad es hora de
asumir con mayor entusiasmo tu responsabilidad social!
La autora es educadora, periodista, abogada y locutora.
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