Por José Méndez
Son muchos los casos en que hombres de Ciencias
son vituperados por grupos o sectores que adversan su manera de ver el quehacer
de la política y los problemas del mundo.
Tales son los casos de Woodrow Wilson que en su
primer discurso el de 2 de diciembre del 1913, fijó las directrices de lo que
después se conoció como “Wilsonismo”. El
derecho universal y no el equilibrio, la integridad nacional y no la
autoafirmación nacional eran, en opinión de Wilson los fundamentos del
orden internacional. Otras situaciones similares fueron las de Richelieu con su
raison d’état que también fue
adversado en aquel tiempo, por analistas y estrategos de la diplomacia
francesa, y la de Otto Von Bismarch, quien también fue atacado por los
liberales y la prensa nacionalista alemana.
No es de extrañar que en estos tiempos
hombres de luces con categoría de estadistas, como el Dr. Leonel Fernández, sean
adversados por Analistas Políticos. Es bueno recordar en lo que dijo Adam Smith
en “La riqueza de las Naciones”, que una “mano invisible”, siempre actúa en
contra de quienes son faros de luces que
iluminan los caminos de los pueblos en la búsqueda de alcanzar la prosperidad y
el desarrollo sostenible de sus respectivas naciones.
Los Analistas Políticos, son personas capaces
de analizar los acontecimientos políticos, es decir de descomponerlos en sus
últimas unidades de sentido, explicarlos del modo más objetivo posible y volver
a ensamblarlo para ofrecer después una interpretación de esos hechos que tenga
autoridad, para que sean creíbles, desinteresados y productivos, pero en la
sociedad dominicana son muy pocos los analistas políticos que ofrecen sus narraciones
al margen de posiciones políticas, ideológicas y partidarias.
Los expertos en comunicación y en asuntos
internacionales señalan que existe una gran diferencia entre un Estadista y un
Analista Político, el analista puede elegir el problema que desea estudiar,
mientras que los problemas del estadista se le imponen. El analista político
puede dedicar todo el tiempo que juzgue necesario para llegar a una conclusión
clara; para el estadista, el desafío abrumador es la presión del tiempo. El
analista no corre riesgos. Si sus conclusiones resultan erróneas, podrá
escribir otros tratados sobre el asunto en cuestión. Al estadista solo se le
permite una conjetura; se le juzgará por su poder intelectual. El estadista
debe actuar basado en evaluaciones que no pueden demostrarse en el momento en
el que las está haciendo; será juzgado por la historia según la sabiduría con
que se haya enfrentado al cambio inevitable y, ante todo, por lo bien que haya
conservado los asuntos políticos, la economía y la paz social.
¿Quién o quiénes podrían en estos momentos
superar la intelectualidad de un político con la categoría de estadista como la
que posee el ex presidente el Dr. Leonel
Fernández?
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