Por: José S. Méndez
Nadie puede negar que el problema
más importante en el mundo entero hoy en día es la existencia del mal. El tema
ha atraído a psicólogos, teólogos, filósofos, artistas, novelistas,
compositores y médicos.
Podemos mencionar que el problema
del mal es una cuestión fundamental de la vida, porque también la filósofa
Hannah Arendt escribió en 1945 que esta problemática es un asunto que sería
fundamental en la vida intelectual en la Postguerra Europea, pero se ha
demostrado que ha abarcado todo el ámbito mundial.
Los expertos en criminología
señalan que la maldad nos amenaza de tal forma que los huracanes, el
calentamiento global, las epidemias de gripe y los pánicos financieros, por
terribles que sean, parecen pequeños en comparación con el terrorismo, el
crimen organizado, la corrupción y las organizaciones mafiosas. La maldad está
presente en nuestro alrededor, y exige de todo nuestro esfuerzo para
comprenderla, si queremos contenerla.
En las sociedades occidentales
ocurren grandes protestas cuando sus líderes políticos responden al mal
involucrándose ellos mismos en actos malvados como son el narcotráfico, el
escándalo financiero y el crimen organizado, pero como lo consideramos “nuestros” dirigentes, que luchan por
defender nuestros “valores”, siempre
existirá una fuerte resistencia a juzgarlos o a exigirles responsabilidades tal
como la hacemos con otros enemigos miembros de otras organizaciones políticas.
Específicamente en la sociedad
dominicana, algunos dirigentes de organizaciones políticas han sido llevados a
los tribunales acusados de malversación de fondos, como es el caso de Elías
Wessin Chávez, el ex administrador de Bienes Nacionales y líder del
derechista Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC), fue acusado de prevaricación, desfalco y asociación de
malhechores.
En sumidas cuentas la maldad política nos conmociona cuando
somos capaces de reconocer. Queremos dejar claro que reconocerla no significa
que seamos cómplices del mal.
Norbert Bilbeny, catedrático de ética y decano de la facultad
de filosofía de la universidad de Barcelona, nos habla muy claro entorno a lo
que él considera que debe ser el accionar de los seres humanos: “Entre
todas las conductas sujetas a razón es en la ética donde más tiene el hombre
que cuidar su ser intermediario, por así decir, entre el ángel y la bestia. O,
en otras palabras, donde más ocasiones tiene de mostrar su humanidad”.
Toda maldad política carece de los niveles de la ética y la
moral que son la aplicación de esos sagrados principios en el comportamiento de
los seres humanos. Hay maldad política, al momento que se montan campañas
mediáticas en contra del liderazgo político de un determinado dirigente con la
intención perversa de desplomar o desacreditar su credibilidad ante la opinión
pública.
Esa maldad política a la que nos referimos camina hoy en día
en la sociedad dominicana, algunas organizaciones políticas se han hecho
propietarias de la misma, porque no entienden que esa contagiosa actitud
política, no debe influir negativamente en el alma de la opinión pública, a tal
punto de imitar a los depredadores de la virtud ciudadana, que muchas veces
buscan acomodo en las instituciones políticas, cuando lo deseado moralmente es
que la energía que llevan dentro los virtuosos de la política, sea el faro
encendido en el sentimiento de la militancia, para asumir un comportamiento que
hable bien por siempre del desarrollo civilizado de la organización política y
sus dirigentes.
Nos preguntamos: ¿Existe o no maldad política en un partido
político en el cual lo que ofrecen al país son malos ejemplos, divisiones,
insultos entre sus dirigentes, violencia, pleitos y acusaciones entre unos y
otros?
¡¡Una sociedad sin valores éticos dejará de ser humana!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario