martes, 15 de diciembre de 2009

EPOCA DE REFLEXIONES



Por Agustin Vega, Especial para laRevista Caracol
Estamos en la época del ano propicia para perdomar a quienes nos han ofendidos, reunirnos con nuestros mejores amigos y familiares en un diálogo franco y sincero.
Es el periodo del advenimiento a la vida de Jesús, el hijo de Dios, êl cargo la cruz de los sacrificios y el pecado para darnos la vida eterna.
Invito a los amigos lectores de la Revista Caracol para que agarren su Biblia y hurguen con la sabiduría del Rey Salomón, dando lectura a las cosas positivas que tiene Dios para sus hijos.
Reflexionemos sobre las ventajas que da Dios a los hombres y mujeres para lograr la eternidad que únicamente él puede ofrecer.
Diariamente suceden hechos y situaciones que ameritan que los hombres doctados de un poco de conocimiento pensemos en la necesidad de buscar de Dios, violencia, drogadicción, hijos que agreden a sus padres, hermanos que se embarazan, en fin, hay de todo en este mundo.
Esta es una época de reflexiones. Obviamente hay quienes la cogen para emborracharse, comer mucho, mal gastar lo poco o mucho que consiguen, para luego lamentarse que debieron ahorrar, nuestro mensaje va en la dirección correcta.
Si hacemos lo correcto ahora, después no tendremos que lamentarnos, dice un viejo adagio que quien se lleva de consejos muere de viejo, no mal gaste su dinero.
Dediquemos en estas navidades tiempo a Dios, visitemos una iglesia, voluntariamente demos una ofrenda, hay muchas familias que carecen de recuros para celebrar una cena, sin embargo, si ofrendamos ayudamos a muchos pobres, porque las iglesias y sus lideres se encargan de llevar alimentos a los necesitados.
Oremos por los enfermos, visitemos los hospitales, centros de ancianos, dediquemos un día de estas navidades a compartir con ellos, ellos tambien requieren de nuestra presencia.
Hay muchas personas que han sido entregadas a sus familias debido a un cáncer o cualquier otra enfermedad, es el momento de ser solidario.
Escribo estas líneas profundamente convencido de la grandeza de Dios, cuántas cosas buenas y maravillosas ha hecho él por mi, por ti y por todos.

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